De las diez competencias exigibles al docente del siglo XXI, extraídas del texto “Breve cartografía de una disonancia epistémica: educación, complejidad y reforma” de Iván Oliva, en relación a lo propuesto por Jesús Domingo Segovia en el texto “las competencias profesionales del pedagogo”. Estas nacen a partir de un modelo con implicancias éticas enfocadas hacia el otro como constructor de sus aprendizajes.
Las competencias fundamentales están orientadas a desarrollar las capacidades personales de cada individuo, por medio de elementos educativos innovadores, contextualizados, afectivos, críticos que permitan el desarrollo de una mejor sociedad, considerando que la pertinencia en los niveles de desarrollo de los educandos, es un aspecto importante de incluir en el acto educativo.
En la actualidad el desarrollo del aprendizaje requiere de la capacidad de desaprender para aprender y la capacidad de reinventarse frente a cada demanda de los aprendices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario